Hola, soy Santi Millán y después de leer este libro he descubierto que soy el Najwa Nimri del Kamasutra, un duracell del sexo. También me he dado cuenta de que ir al cine en una primera cita es un error. SÃ, con la lectura de este antimanual he aprendido muchas cosas sobre mà y he podido confirmar que los tÃos somos muy patéticos. Y es que, aunque inventemos nuevas formas y estrategias para relacionarnos con las chicas, nuestra finalidad siempre va a ser la misma: sexo. En cambio, las mujeres son diferentes. Por lo menos, la mayorÃa, porque compruebo con miedo que la autora ha descubierto nuestros más sucios secretos para ligar y ha escrito este libro para que las mujeres los sepan. Aunque creo que nos ha desenmascarado porque ella lleva toda la vida utilizando nuestras mismas estrategias para encontrar el amor o para llevarnos a la cama.
Atención, una mujer te puede invitar al cine con la única intención de ver la pelÃcula. ¿Os lo podéis creer? Pues resulta que si un hombre invita a Marita a ir al cine y solo lo hace con fines cinematográficos, es más que posible que ella se enfade. Parece que hay dos tipos de personas: las que compran entradas para disfrutar del séptimo arte y las que lo hacen para magrearse en la oscuridad.
Como el libro va de fracasos amorosos, os voy a contar una historia personal frustrante, pero por favor que no salga de aquÃ. Una vez conocà a una chica en una fiesta de cumpleaños de un colega. Estuvimos hablando toda la noche sobre cine, cuáles eran nuestras pelÃculas favoritas, qué géneros nos gustaban más, qué otros detestábamos, etcétera. En un momento dado, me dijo que acababan de estrenar una pelÃcula y que le apetecÃa mucho ir a verla. Me pidió que la acompañara y por supuesto le dije que sÃ. Inmediatamente pensé dos cosas: uno, esta noche no me la follo; dos, me la follo mañana. Sà amigas, asà de básicos y simples somos los tÃos. ¡Qué le vamos a hacer!
La cuestión es que nos dimos los teléfonos de casa —aún no existÃan los móviles— y quedamos en llamarnos al dÃa siguiente. Yo me hice un poco el duro y aguanté toda la mañana sin llamar. Eso sÃ, estuve pegado al teléfono por si lo hacÃa ella. Y asà fue. A la hora de comer me llamó para quedar y me informó sobre la hora y el cine en el que proyectaban la pelÃcula que querÃa ver. Pero, ¡oh sorpresa!, también me preguntó si se podrÃa quedar a dormir en mi casa, porque después de la pelÃcula ya no tendrÃa forma de volver a la suya. Lo sé. Si eres tÃo estarás pensando lo mismo que pensé