Tengo la excusa perfecta para escribirte estas lÃneas. Estas y todas las del mundo. Tú no me las has pedido, pero yo tengo la necesidad de dedicártelas aunque ni siquiera sepas por qué. Está escrito y no pienso oponerme a ello.
No hace demasiado tiempo que sé lo que he venido a hacer aquÃ. Era tan sencillo de entender y tan claro, que para poder verlo necesité décadas de oscuridad y que amaneciera en el planeta en el que vivÃa. Es muy irónico, pero tengo la certeza de que la vida funciona asÃ. De una manera mucho más simple y cristalina de lo que imaginamos. Y por eso sé que todas las historias hablan siempre de lo mismo. Del único relato posible.
Eso es lo que hace extremadamente importante despertar cuanto antes y entender esto pronto:
No hay más historia que esa.
Yo llegué tarde, muy tarde. Cuando en mi historia habÃan pasado ya un montón de cosas. Aun asÃ, crecà siendo el protagonista de ella y con una bailarina cerca de mÃ. No aprendà a verlas hasta hace muy poco, pero enseguida me di cuenta de que siempre habÃan estado a mi lado. Aunque yo no lo advirtiera. No son hadas, ni musas, ni nada parecido, y tal vez no puedas verlas a simple vista. Pero sà sentirlas y reconocer sus señales. Algún dÃa, prometo contar todo lo que de ellas sé en un libro que tal vez titule El buscador de bailarinas. Me gusta cómo suena. En él detallaré bien cómo llegué a ser uno de ellos en cuanto fui capaz de quitarme la venda que me cubrÃa los ojos. Estoy seguro de que el libro podrÃa generar una auténtica revolución porque el mundo está completamente lleno de ellas. No, corrijo. El mundo está completamente loco por ellas. Sin embargo, casi nadie las llega a comprender realmente. Con lo fácil que en verdad es…
En el libro escribiré acerca de lo que les dije y lo mucho que las escuché. Y dedicaré g