CapÃtulo 1
Era una vista a puerta cerrada, solo la jueza, un par de abogados y el responsable de Jefatura de la operación a tratar se hallaban en la Sala del Juzgado de Instrucción de lo Penal número Dos. Tras la exposición y la presentación de las pruebas la magistrada hizo muchas preguntas, después pidió aclaraciones e inquirió documentación. Y siguieron más preguntas.
El inspector Llagaria, de la Udyco, no era tonto y sabÃa que se iban a cepillar su orden de registro —una cagada del nuevo se habÃa cargado la prueba—, asà que trataba de mantener el aspecto sereno, a pesar de que por dentro estuviera hirviendo de rabia, mientras anticipaba en su cabeza lo que iba a escuchar; aunque no imaginó tanta educación, le concedió el punto a la magistrada: el único punto que pensaba darle dado que iba a joderle a base de bien.
—Me temo, letrado, que voy a tener que resolver la desestimación de la solicitud de… —telita con el nombrecito, se dijo Laura, como cada vez que le caÃa en la mesa una de sus peticiones— del Grupo IV de Estupefacientes de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado de la Brigada de la PolicÃa Judicial de Valencia.
Previendo ella cuánto iba a importunar su fallo, tocó la campanilla para cerrar el juicio y comenzó a quitar