El 26 de octubre de 1949 no fue un dÃa de grandes noticias. El maestro Clemente Manuel Zabala, jefe de redacción del diario donde hacÃa mis primeras letras de reportero, terminó la reunión de la mañana con dos o tres sugerencias de rutina. No encomendó una tarea concreta a ningún redactor. Minutos después se enteró por teléfono de que estaban vaciando las criptas funerarias del antiguo convento de Santa Clara, y me ordenó sin ilusiones:
«Date una vuelta por allá a ver qué se te ocurre».
El histórico convento de las clarisas, convertido en hospital desde hacÃa un siglo, iba a ser vendido para construir en su lugar un hotel de