Era una helada mañana de lunes y yo caminaba hacia el colegio con Pinky dando saltos a mi lado. HacÃa tanto frÃo que podÃa ver telarañas congeladas brillando bajo el sol de la mañana y, al respirar, echaba al aire nubes blancas. Por eso los dos llevábamos puestas bufandas de punto y gorros de lana con pompón. Claro que Pinky no siente frÃo de verdad, porque es un peluche con relleno, pero aun asà le gusta ponerse guapo. Era mi muñeco favorito hasta que mamá le dio vida con su varita mágica. ¡Puede hacer esas cosas porque es un hada!
Al llegar al colegio vi que pasaba algo muy interesante en medio de la clase, porque todos mis amigos estaban haciendo un corro.