«Terry fue uno de los mejores escritores de fantasÃa que han existido, y sin duda el más divertido. Era tan ingenioso como prolÃfico, que no es poco… Un hombre listo, gracioso, profundo, cálido y amable, un hombre de infinita paciencia, un hombre que de verdad sabÃa cómo disfrutar de la vida… y de los libros.
»Nos deja personajes inolvidables como Yaya Ceravieja, Tata Ogg, Mort, la Muerte, Muerte de las Ratas, el Comandante Vimes, el Bibliotecario, Cohen el Bárbaro, el mago Rincewinds, el Equipaje y muchos otros, cuyas aventuras seguirán deleitando y sorprendiendo a lectores de todo el mundo durante mucho tiempo.»
GEORGE R. R. MARTIN
«Hace treinta años y un mes, un escritor novato conoció a un joven periodista en un restaurante chino y se hicieron amigos, escribieron un libro juntos y, a pesar de ello, siguieron siendo amigos. Anoche, el autor murió.
»Era único. Tuve la suerte de escribir un libro con él, cuando éramos jóvenes, y aprendà mucho.
»Te echaré de menos, Terry.»
NEIL GAIMAN
«Terry Pratchett trajo más alegrÃa a mi vida que ningún otro autor.»
PATRICK ROTHFUSS
«Se le echará mucho de menos, pero ¡qué legado de ingenio y alegrÃa nos deja!»
URSULA K. LE GUIN
«Me entristece saber de la muerte de Terry Pratchett. Disfruto enormemente sus divertidos e ingeniosos libros del Mundodisco.»
MARGARET ATWOOD
«Una gran pérdida. Lo admiraba mucho.»
PHILIP PULLMAN
«Un autor de un talento monumental.»
RICK RIORDAN
«En una ocasión Terry Pratchett me dio dos consejos:
»1. Viaja siempre para conocer a tus lectores, cara a cara.
»2. Cómprate un sombrero.
»Todo un caballero.»
EOIN COLFER
«Una leyenda y una fuente inspiración.»
JONATHAN STROUD
«Una verdadera pena. Coincidà con él una vez, en un evento. Era un gruñón encantador.»
CHRISTOPHER PAOLINI
«Estoy destrozado por la muerte de Terry Pratchett. Una gran pérdida para la fantasÃa británica.»
JOE ABERCROMBIE
«El Mundodisco es una de las creaciones más maravillosas de toda la literatura. Estoy destrozado por la muerte de Terry Pratchett. Único en su especie.»
PATRICK NESS
«Ningún escritor me ha obsequiado jamás con tanto placer y felicidad como él. PodÃa escribir astracanadas para adolescentes, pero también era sutil, sabio y muy gracioso en el mundo adulto. Me encantaba porque casi todos los personajes que no le gustaban fueron haciéndose poco a poco más reales, más interesantes, más complicados tal vez para su propia sorpresa.
»PodÃa escribir sobre el mal si era necesario, pero si no, sus personajes nos sorprendÃan a nosotros y también a él. Su prosa se componÃa de capas: tenÃa una superficie traviesa, la seguÃa otra de complicados chistes y finalmente otra inflexible e intransigente que de repente impactaba al lector. Era mi héroe inesperado, me salvó del desastre en más de una ocasión haciéndome reÃr y pensar.»
A. S. BYATT
«Le saqué un 80 % de lo que sé sobre la escritura… No me puedo imaginar a un niño de 13 años a quien no le cambie, para mejor, leer a Terry Pratchett.»
CAITLIN MORAN
«Es una gran pérdida para el mundo surrealista, chiflado y alegre que la luz de Terry Pratchett brille ahora en otro lugar… Las geniales y peculiares meditaciones de Pratchett sobre los mundos fantásticos y su intenso sentido del humor construyeron un estilo de ficción propio, indudablemente suyo. El valor que demostró al enfrentarse a su delicado estado de salud, muestra la sabidurÃa que escondÃa su cara sonriente. Me encontré brevemente con él en un par de eventos y me pareció muy auténtico, sin vanidad ni pretensiones.»
PHILIPPA GREGORY
«De todos los autores que he leÃdo, Pratchett resultaba el más humano. HabÃa más verdad en una sola de sus humildes sátiras que en cien volúmenes de un drama conmovedor. Al contrario que la mayorÃa de los cómicos, quienes emplean el humor como arma, siempre en busca de sangre, Terry no cortaba ni aporreaba. Era demasiado listo para eso. Lo que hacÃa era sentarse en el taburete de al lado en el bar, pasarte el brazo por encima del hombro y decir algo ridÃculo, genial e hilarante. Y de pronto el mundo parecÃa un lugar mejor. No es que se contuviera ni que no fuera mordaz de vez en cuando. ParecÃa elevar los temas que trataba, incluso cuando los criticaba. Nos quitaba el orgullo y el egoÃsmo de debajo de los pies, y sorprendentemente nos veÃamos capaces de mantener el equilibrio sin ellos.
»Y al hacerlo crecÃamos.
»Sir Terry, tienes mi más sincero agradecimiento. No creo que, a pesar de los muchos elogios que te dedican, el mundo sepa lo que tenÃa.»
BRANDON SANDERSON
«Gracias Terry Pratchett, no solo por tus libros, sino por ocho años de elocuencia sobre cómo vivir con alzhéimer.»
EMMA DONOGHUE
«El mundo ha perdido su caballero más valiente.»
TERRY BROOKS
Dedicado a Esmerelda Ceravieja.
Ojo por dónde andas
PRÓLOGO
Una corona en la Caliza
Nació en la oscuridad del mar Circular, al principio solo como una sustancia blanda que flotaba, empujada adelante y atrás por una marea tras otra. Desarrolló un caparazón, pero en su mundo vertiginoso habÃa criaturas enormes que podrÃan haberlo partido en un instante. Pese a todo, sobrevivió. Su tenue vida quizá hubiera seguido transcurriendo del mismo modo hasta que los peligros del oleaje y las otras cosas que flotaban en el mar le hubieran puesto fin, de no ser por la charca.
Era una charca cálida, en lo alto de una playa, que de vez en cuando se rellenaba con alguna tormenta llegada del Eje, y en ella la criatura se alimentó de cosas incluso más pequeñas que ella y creció hasta reinar. HabrÃa crecido más si un verano caluroso la mirada iracunda del sol no hubiera evaporado toda el agua.
Y asà la pequeña criatura murió, pero dejó su caparazón, que albergaba la semilla de algo afilado. La siguiente marea tormentosa se lo llevó de la charca y lo dejó encajado en el litoral, donde fue rodando arriba y abajo con los guijarros y demás restos de las tormentas.
El oleaje marcó el ritmo de las eras hasta que el mar se secó y se retiró de la tierra, y el pinchudo caparazón de aquella criatura, muerta tanto tiempo atrás, se hundió bajo las capas de cascarones de otras pequeñas criaturas que tampoco habÃan sobrevivido. Y allà permaneció, con un núcleo afilado que crecÃa poco a poco en su interior, hasta el dÃa en que lo encontró un pastor que cuidaba de su rebaño en las colinas que habÃan pasado a conocerse como la Caliza.
El pastor recogió aquel objeto extraño que le habÃa llamado la atención, lo sostuvo en la mano y le dio vueltas. Era basto pero a la vez no lo era, y le encajaba en la palma de la mano. TenÃa una forma demasiado regular para ser sÃlex, y sin embargo tenÃa corazón de pedernal. La superficie era gris como una piedra, pero con un atisbo de oro por debajo. TenÃa cinco rugosidades a intervalos regulares, casi como franjas, que se alzaban desde una base más o men