Una noche me descuidé más de lo que manda la razón jugando al ajedrez con mi amigo Roque Tuyo en el café de San Benito. Cuando volvà a casa estaban apagados los faroles, menos los guÃas. Era en primavera, cerca ya de junio. HacÃa calor, y refrescaba más el espÃritu que el cuerpo el