Lo que peor llevaba el Relojero era perder. Perder una apuesta. Perder tiempo o energÃas. Perder un avión, perder el norte, perder pelo. Hasta perder peso. Y entre todas las posibilidades, lo único que podÃa fastidiarle tanto como perder una batalla o que le perdieran las maletas era perder su sombrero. Sin él, le entraba frÃo por la cabeza, y perder calor le recordaba que también habÃa perdido una oportunidad de darles a esas Guardianas de la RÃtmica su merecido. Y con tanto perder, perder y perder, iba incluso perdiendo los nervios.
TenÃa que controlarse.
—¡Alto! —se dijo.
Con su temperamento y su posición como mano derecha del Visionario Supremo Doc Hades, al Relojero nadie le daba órdenes, asà que Tuercas dio por hecho que se lo decÃa a él y se quedó inmóvil en el sitio.
El Relojero vio cómo el gran danés robótico de color metalizado, ojos tintados y orejas abatibles hacÃa esfuerzos por no moverse, pero la orden le habÃa pillado con la mandÃbula medio abierta en un bostezo y hay pocas cosas tan complicadas como dejar un bostezo a medias, incluso si estás hecho de una aleación de hierro, titanio y chinchetas.
—No es a ti, Tuercas —le aclaró su amo.
Después de que esas niñas anulasen a su juez clave en el Campeonato de España, y después de que su encuentro en el pasillo del pabellón quedase en nada, el Relojero habÃa regresado a la limusina maldiciendo las estúpidas reglas que impedÃan la entrada de mascotas en los polideportivos, porque con Tuercas allà habrÃa sido mucho más fácil.
HabÃan vuelto a la base central a rendirle cuentas a Doc Hades, que le habÃa dado un ultimátum desde su asiento personalizado con reposapiés, apoyabrazos, descansamanos, suenamocos, rascanarices y reclinacabezas:
—Tú consigue que todo vaya como debe en la fábrica. Eso nos facilitará los siguientes pasos. Luego, cuando empiece ese torneo de saltimbanquis... ¿cómo se llamaba?
—Internacional de Interclubes de gimnasia rÃtmica.
—Cuando empiece —siguió el Visionario Supremo— y esas mocosas vayan a fastidiarlo, captúralas y tráelas aquà —le